Desde el Informe de Estabilidad Financiera anterior, el sector de hogares ha permanecido con alta liquidez, y reducidas necesidades de endeudamiento. Si bien el relajamiento de las medidas de confinamiento estimuló el crecimiento de la actividad económica, la recuperación del mercado laboral no ha seguido el mismo ritmo. Así, en abril 2020 se habían perdido cerca de 1,8 millones de empleos, recuperándose cerca de un millón a enero 2021. Mientras que, al cierre de este Informe, se conservaba una brecha de aproximadamente 670 mil empleos respecto al periodo previo a la pandemia.
Esta diferencia responde en buena parte a la menor tasa de participación laboral en un contexto donde la actividad ya ha recuperado el nivel que tenía antes de la pandemia (IPoM de septiembre de 2021). Además, se observa una diferencia apreciable ––cercana a 280 mil personas–– para la ocupación de trabajadores asalariados entre las encuestas de empleo y los registros administrativos. Respecto de otros países de la OCDE, la caída del empleo no fue tan pronunciada y, en línea con esto, distintas economías ya alcanzaron niveles de empleo similares al periodo previo a la pandemia. Por otro lado, desde el IEF anterior se observa la estabilización de los ocupados que vieron disminuidos sus sueldos en la mitad o más, pasando de 18 a 14% de los ocupados, lo cual es una mejora respecto del 33% alcanzado en mayo del 2020.
La elevada liquidez vista desde mediados del año pasado ha seguido en aumento, principalmente en depósitos y ahorros a la vista. Las políticas de apoyo elevaron los niveles de liquidez con el fin de compensar el shock adverso que redujo los ingresos, reduciendo las necesidades de financiamiento de las personas. Esto, sumado a la menor oferta de crédito, redundó en una desaceleración de la deuda de los hogares. En lo más reciente, dentro de los agregados monetarios, aquel que reúne el dinero más liquido (M1) presenta una leve disminución, pero aún mantiene niveles históricamente altos. Respecto a su estructura, aumenta la presencia de todos sus componentes, con mayor intensidad en depósitos y ahorros a la vista (gráfico II.14).
En este contexto de elevada liquidez disponible han disminuido las necesidades de financiamiento, en efecto la Encuesta Nacional de Empleo indica que frente a un potencial futuro shock negativo, los hogares que han experimentado caídas de ingresos se ajustarían privilegiando la disminución de gastos y el uso de ahorros, dejando la posibilidad de endeudarse como última opción (gráfico II.15).
Respecto del IEF anterior, la deuda no hipotecaria continuó disminuyendo, pero en menor magnitud que en trimestres anteriores. Por el contrario, la deuda hipotecaria se expandió a un mayor ritmo. En línea con el aumento de liquidez en hogares y la disminución de la oferta de créditos de consumo por parte de los bancos, se registró un descenso cercano a 10% real anual de la deuda no hipotecaria, destacando su componente bancario seguido por las obligaciones con casas comerciales, cajas de compensación y cooperativas de ahorro y crédito (gráfico II.16).
Desde inicios de año se ha observado una mayor expansión en la deuda hipotecaria bancaria. Impulsada por el aumento de los precios de vivienda y la mejora en el panorama de actividad económica en el corto plazo. Al cierre de este Informe alcanzaba crecimiento similar al visto en el periodo previo a la pandemia (gráfico II.17).
Este aumento se ha producido mayormente por aumentos en la deuda promedio de quienes ya mantenían obligaciones, y no por la entrada de nuevos deudores.
En lo más reciente, destaca la mayor participación en el flujo de aquellos créditos entregados a tasa mixta o variable. A diferencia de lo que habitualmente ha ocurrido en el mercado local, en que gran mayoría de los créditos son entregados con tasa fija, durante el 2020 casi 20% del financiamiento hipotecario bancario fue entregado a tasa mixta o variable.
Si bien estos créditos todavía representan una fracción menor del total de deuda para la vivienda (9%), la tendencia debe ser monitoreada dado que estos deudores podrían enfrentar aumentos inesperados de su carga financiera, en especial considerando el actual contexto de alzas de tasas de mayores plazos y las incipientes restricciones al financiamiento en esta cartera por parte de la banca.
Las políticas de apoyo siguieron contribuyendo a las finanzas de los hogares y a una mejora general en la situación de pago. Luego del aumento observado en abril del 2020, las tasas de impago han disminuido sistemáticamente, llegando a nuevos mínimos históricos al cierre de este Informe. En el caso del impago en consumo, se produjo una importante reducción en torno a la fecha en que se iniciaron las reprogramaciones de créditos y en que se produjo el pago del primer retiro de fondos de pensiones, los retiros posteriores tuvieron impacto acotado reduciendo el incumplimiento. Respecto de la deuda hipotecaria, la disminución también se vio propiciada por las reprogramaciones voluntarias de créditos (gráfico II.18).
Cabe destacar la persistencia del riesgo de impago al reprogramar, el que se puede gatillar una vez que los periodos de gracia expiran y los deudores deben enfrentar nuevamente el pago de su deuda. La evidencia indica que en aquel momento las probabilidades de impago para los distintos créditos aumentan considerablemente, por lo que es necesario monitorear su desarrollo (Bergant y Kockerols, 2020 y Córdova y Toledo,2020).
Por su parte, el impago servicios básicos ha aumentado tras la promulgación de la Ley 21.249 que prohíbe el corte de ciertos servicios ante el no pago para un grupo de clientes. Desde la promulgación en agosto del 2020 se ha observado un aumento en el monto promedio de deuda morosa en servicios eléctricos, sanitarios y de gas de red (anexo estadístico).
Por género, las mujeres siguen presentando mejor comportamiento de pago que los hombres. Sin embargo, la brecha se ha ido reduciendo por una mayor caída entre estos últimos desde la aplicación de las políticas de apoyo (gráfico II.19 e Informe de Género en el Sistema Financiero, CMF 2021). Lo anterior, a pesar de que las mujeres aparecen en una situación laboral relativamente más vulnerable (IPoM de septiembre del 2021) y con mayor agotamiento de ahorros previsiones de acuerdo con lo informado por la Superintendencia de Pensiones.
Desde el IEF anterior no ha habido cambios relevantes en el endeudamiento y en el servicio de deuda de los hogares, estabilizándose en niveles prepandemia. El apalancamiento bancario mediano se estabilizó en torno a los niveles presentados en el IEF anterior, alrededor de seis veces el ingreso laboral mensual. Del mismo modo, el servicio de deuda se mantuvo en torno a 23% del ingreso laboral mensual (sin considerar transferencias directas).
Así, la proporción de personas bajo mayor estrés financiero, definido como quienes dedican sobre 40% de su ingreso laboral al pago de deuda y mantienen obligaciones por un monto seis veces mayor a su ingreso, se mantuvo en torno a 21% del total de deudores bancarios. Dicha estabilidad es reflejo de la acción de las políticas aun activas, lo cual se traduce en una baja presión de riesgo de crédito en el corto plazo.
Ejercicio de tensión para hogares.
A propósito de los eventos recientes que han afectado al mercado de capitales, y con el fin de evaluar la situación financiera de los hogares, se plantean tres shocks en el escenario de tensión.
Un aumento de la tasa de desempleo nacional hasta 15% en un año.
Un shock de aumento de tasas de 300pb para créditos de consumo y de 100pb para créditos hipotecarios.
Finalmente, en el tercero se modela un shock de inflación de 5% anual por tres años consecutivos.
La adición de estos dos últimos escenarios responde a las dinámicas recientes de aumento de tasas y de presiones inflacionarias producto de los cambios estructurales que ha experimentado el mercado de capitales local, producto de liquidaciones forzosas de activos.
Dado el alto grado de indexación de los salarios en Chile —cerca de 60% de los asalariados percibe algún reajuste por IPC (IPoM de septiembre del 2013 y enero del 2008)— no se considera un efecto directo de la inflación a los ingresos. Sin embargo, aquellas personas en el sector informal pudieran estar más expuestas a perdida de ingreso mediante este canal.
Los resultados indican que la acción combinada de un aumento de tasas de interés y mayor inflación son, por primera vez en mucho tiempo, de magnitud mayor a la que acarrearía un aumento del desempleo sobre el riesgo de crédito.
La ampliación de mitigadores y la creación de empleo hacen que el punto de partida sea algo menor que lo visto en el IEF anterior. De esta manera se observa una leve reducción de la deuda bancaria en riesgo mantenida por los hogares, pasando desde 1,2 a 1,0% del PIB (gráfico II.20).
Bajo el escenario con una tasa de desempleo de 15% la deuda en riesgo subiría en 0,4pp de PIB. El segundo shock plantea un crecimiento de la inflación de 5% anual por tres años consecutivos, esto aumenta el servicio de deuda de todos los agentes que mantienen obligaciones en UF, este shock agrega deuda en riesgo por 0,2ppde PIB.
El tercer shock de considera un aumento de las tasas de 300pb para créditos de consumo y de 100pb para créditos hipotecarios, se supone que los créditos eventualmente son refinanciados a estas nuevas tasas de interés, elevando la carga financiera de los que contraen nuevos créditos y a quienes ya los mantenían. Este shock eleva la deuda en riesgo en 0,9pp de PIB, siendo el de mayor impacto entre los tres shocks planteados. La amplia reacción de política ha mantenido contenido al impago. Sin embargo, la mayor liquidez de corto plazo ha venido a costa de reducir los ahorros de largo plazo.
Actualmente, los cambios estructurales al mercado de capitales comprometen el costo y acceso al crédito para las personas hacia adelante. Desde el IEF anterior, mitigadores como la ley de protección del empleo y las transferencias directas conservan un mayor impacto relativo mitigando riesgo de crédito. Por otro lado, los retiros de fondos previsionales posteriores al primero han tenido bajo efecto reduciendo el impago. En el actual escenario, el principal riesgo para el sector lo constituyen las liquidaciones forzosas de activos que pudiesen deteriorar aún más al mercado de capitales local, intensificando aumentos del costo de financiamiento y del nivel de precios en la economía.
En el transcurso de esta crisis se han reducido las holguras tanto de los hogares como de quienes implementan las políticas de apoyo, en vista que los riesgos subyacentes no han desaparecido, la capacidad para mitigar futuros eventos adversos es menor que la prevalente antes de la pandemia.
Fuente: Informe de Estabilidad Financiera, Segundo Semestre 2021. Banco Central de Chile.
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