Entre quienes tienen poca relación con finanzas ha existido la tendencia a pensar que el principal objetivo financiero de una empresa es maximizar las utilidades. Esta es una creencia incorrecta; Cuando se establecen los objetivos empresariales, ellos determinan una especie de marco de referencia que guía la toma de decisiones y si el administrador enfoca sus decisiones cotidianas únicamente hacia el alcance de la máxima utilidad, se corre el peligro de que con ellas no se garantice el futuro de la empresa, pues la maximización de las utilidades es un concepto cortoplacista.
Piense por un momento qué tipo de decisiones podría tomar un empresario que únicamente tuviera como objetivo maximizar sus utilidades, es decir, qué acciones le podrían garantizar el alcance de este propósito.
Con seguridad ya ha pasado por su mente una que a la mayoría de las personas normalmente se les ocurre en primera instancia: disminución de costos y gastos, que como alternativa mal enfocada puede conducir a decisiones tales como la utilización de mano de obra barata y poco calificada, utilización de materias primas de dudosa calidad, disminución de costos de mantenimiento y control de calidad, altos precios de venta, limitada prestación del servicio de posventa, poca inversión en publicidad, reducción de personal, etc.
Y es posible que estas economías, si así pueden llamarse, lleguen a generar en un principio altas utilidades. Pero, ¿Crees que una situación como la descrita puede ser sostenida en las actuales condiciones de competencia que enfrentan las empresas? Tu mismo responderás negativamente, pues concluirás que mano de obra barata no calificada genera improductividad y deteriora la calidad; que las máquinas se desgastan rápidamente si no se les mantiene en forma adecuada y mucho más importante, que los clientes tarde o temprano terminarán optando por alternativas diferentes, es decir, emigrarán.
En estas condiciones es imposible para una empresa alcanzar dos importantes objetivos: Crecer y Permanecer.
En este punto de la explicación debemos reconocer que desafortunadamente nuestra cultura empresarial en el pasado ha estado muy inclinada a establecer como la principal prioridad la reducción de los costos y gastos, cuando existen dos alternativas más trascendentales en el sentido en que pueden tener un efecto más relevante en el alcance del Objetivo Básico Financiero; entre ellas: la generación de ingresos y la eficiencia en el manejo de los recursos. Y ello es así porque la reducción de costos tiene un límite mientras que las otras dos alternativas ofrecen al gerente infinidad de opciones.
Eliyahu M.Goldratt en el capítulo 8 de obra La Meta, destaca la importancia de estas dos últimas alternativas sobre la de reducir los costos como única opción para mejorar el desempeño financiero.
De lo mencionado hasta aquí podemos concluir, en principio, lo siguiente:
El Objetivo Básico Financiero (OBF), entendido como la maximización de la utilidades, no garantiza la permanencia y el crecimiento de la empresa.
La maximización de las utilidades por sí sola, es un concepto cortoplacista.
La obtención de utilidades debe obedecer más a una estrategia planificada a largo plazo que a la explotación incontrolada de la diferentes oportunidades que el mercado le brinda a la empresa.
El OBF debe visualizarse desde una perspectiva de largo plazo pues en muchos casos es posible que sacrificios de utilidad en el corto plazo contribuirían a garantizar las mencionadas permanencia y crecimiento.
Cabe ahora preguntar, ¿en función de cuál grupo debería estar definido el objetivo financiero?
No cabe duda de que los accionistas o socios de la empresa son el grupo en función del cual debe estar definido dicho objetivo. Pero, ¿en qué términos? ¿Qué debe sucederles para que este objetivo se alcance?
Un ejemplo nos aclara esta situación.
Supongamos el caso de un negocio que consiste en explotar una vaca lechera. El dueño, como es lógico, obtiene su utilidad de la leche que ésta produce. Pero, ¿es el objetivo financiero principal lograr solamente la máxima producción de leche? Si se analiza esta situación desde el punto de vista del largo plazo podemos darnos cuenta que si la vaca produce crías se dará un fenómeno que no es propiamente un aumento de la utilidades sino más bien un medio para que éstas se incrementen en el tiempo y cuyo beneficiario, desde el punto de vista financiero, es el dueño. Dicho fenómeno se llama "aumento de la riqueza", que el propietario logra aún a costa de sacrificar utilidades en el corto plazo pues el nacimiento de una cría conlleva la disminución temporal de la producción de leche y por lo tanto de ingresos.
Apoyados en lo anterior podemos definir el Objetivo Básico Financiero, como la maximización de la riqueza del propietario, o lo que es lo mismo: la maximización del valor de la empresa.
Pero todo esto no quiere decir que para que el accionista se beneficie del cumplimiento de este objetivo, debe ser a costa de sacrificar a los otros grupos mencionados antes. Por el contrario, si el valor de la empresa aumenta es porque también se están logrando los objetivos de Mercadeo, Producción y Recursos Humanos:
Hay empleados satisfechos que garantizan la producción de bienes y servicios de alta calidad, lo que a su vez permite mantener clientes satisfechos y por lo tanto leales, que al consumir los productos o servicios garantizan el alcance del OBF.
Fuente: Administración Financiera-Fundamentos y aplicaciones, Oscar León García S.