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Ahorro hogares: ¿Cuánto puede ayudar la educación financiera?


La educación financiera es frecuentemente mencionada como un instrumento que puede ayudar a formar hábitos y tomar buenas decisiones financieras y, por esa vía, contribuir al bienestar de los hogares. Desde una perspectiva teórica o conceptual, ese planteamiento merece el calificativo de robusto. El Informe de la Comisión Nacional del Ahorro de 1998 lo menciona explícitamente y propone recomendaciones en orden a fortalecer la educación financiera en distintos ámbitos, desde la escuela hasta los hogares. Sin embargo, dos prevenciones resultan pertinentes.


La primera es la distinción entre alfabetización y educación financiera. La alfabetización financiera se refiere al dominio de conceptos como interés simple, interés compuesto, inflación, y otros de la misma naturaleza. La educación financiera es un concepto mucho más comprensivo que supone no solo cierto nivel de alfabetización financiera, sino principalmente la asimilación de capacidades, de hábitos y conductas de responsabilidad y la toma de conciencia sobre los efectos de las decisiones que se adoptan.


Entendida así, la educación financiera no es algo que se enseñe y aprenda solo en la sala de clases o a través de lecciones impartidas por internet. Es algo más vivencial que se transmite a través de la familia y de la experiencia cotidiana. Es lo que podríamos llamar un conocimiento experiencial. La educación financiera, como la hemos definido aquí, debe ser distinguida, a su vez, de los programas o intervenciones concretas que buscan elevar los niveles de alfabetización o educación.

Estas distinciones son relevantes porque podemos encontrar individuos con suficientes conocimientos financieros, pero irresponsables en su comportamiento práctico. Por el contrario, podemos encontrar personas que carecen por completo de alfabetización financiera, pero que adoptan decisiones financieras sustentadas en patrones de conducta adquiridos por propia experiencia. El campesino que guarda parte de su cosecha para el invierno, por ejemplo, lo hace porque lo aprendió de sus padres y de la propia vida. Tiene internalizado que si no lo hace no come en invierno. La modesta dueña de casa que guarda pequeñas sumas de dinero en un sobre o en una alcancía, lo hace porque sabe por experiencia propia o aprendida de su familia que esa es la única forma de comprar algún artefacto para el hogar o darse alguna satisfacción. Ninguno de estos dos últimos adquirió esa “sabiduría” en una sala de clases. Fue la vida la que le enseñó que había que hacerlo. Si les aplicamos una prueba de conocimiento sobre tasas de interés e inflación, serían reprobados, si es que pudiesen leer y entender las preguntas que le fuesen formuladas. Sin embargo, ambos denotan un comportamiento responsable. En nuestra opinión, la alfabetización es importante y, por lo tanto, debe ser promovida en distintos niveles, pero debe ir acompañada de acciones que refuercen la responsabilidad y los buenos hábitos.

Con todo, el consenso internacional, apoyado por una creciente evidencia empírica, es que la educación financiera, con diseños adecuados para la población sobre la que se busca intervenir, puede resultar efectiva a la hora de modificar actitudes y conductas financieras. En esa perspectiva, las acciones orientadas a niños y jóvenes revisten sin duda prioridad.


Kaiser y Menkhoff (2017) proveen un muy buen resumen del estado del arte sobre este tema. Después de evaluar 126 programas de educación financiera a nivel mundial, los autores concluyen que éstos han logrado producir un impacto en la conducta financiera de sus beneficiarios. Sin embargo, señalan que los resultados observados pueden resultar heterogéneos. La evidencia indica que éstos son menos fructíferos entre grupos socioeconómicos bajos y en países de ingresos más bajos. Además, cuando se persiguen ciertos objetivos específicos, como el manejo del endeudamiento, los programas muestran resultados que no son suficientemente concluyentes o dependen crucialmente de la intensidad de la intervención ejercida.



Fuente: "El ahorro de los hogares en Chile: diagnóstico y recomendaciones de política." Informe preparado para la Asociación Gremial de Cajas de Compensación. Enrique Marshall Fernando Ochoa. Mayo, 2021.

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